La quimera del retorno
La quimera del retorno
Cerró lentamente los ojos, percibiendo el cansancio sobre un párpado primero, después el otro. El cuerpo, flácido, parecía muerto… no era así, una fuerza latía por dentro inundando de luz -tenue y viva a la vez- cada resquicio.
Escuchó la melodía cercana, se dejó seducir mientras presentía su imagen viva en el sueño; estaba sentada a su lado, acariciando su espalda… un beso sutil en la raíz de los cabellos -antaño enredados entre sus dedos- lo envolvió en puro estremecimiento, labio sobre labio.
El mundo onírico le entregaba arrogante su figura: la siente suya, tiende inconsciente la mano e intenta acercarla, aún sin verla; la abraza, exhala el aroma del espíritu cansino que la busca, se funden las sombras en la única existencia, envueltas en paz y armonía engañan al subconsciente que añora presencias. Sin embargo, el corazón no se deja atrapar en la mentira de las palabras; siente y vive; sufre y muere; llora, canta, ríe…
Dos lágrimas humedecen el rostro dormido: una de ellas para arrastrar tantas emociones al mar del olvido, la segunda disfraza la angustia de la pérdida en resurrección.
Despertó sin recordar. Evocó y… anheló.
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