Pensamientos de una futura mamá

17.04.2013 00:17

Pensamientos de una futura mamá

 

    Está cercano ese momento extraño, temido en parte, soñado desde el día que comencé a sentir que algo nuevo ocurría en mi interior y -sin duda- deseado

con fuerza sobrehumana, de forma casi absoluta, con ansia de vida. No me atrevo a datar con exactitud la fecha, ya hemos sido informados que es posible que tu llegada se atrase un poco más de lo previsto, ¿por qué será?, ¿no tendrás miedo de ver lo que te espera?, no te asustes, mi cielo, no temas, que nosotros te protegeremos con furia animal de lo que pueda acecharte, nosotros te amaremos con la misma intensidad que el mar se abraza a los cielos para formar una sola extensión a nuestros ojos, nosotros seremos tus guías, tus protectores, tus compañeros en este camino que es la Vida, te enseñaremos a avanzar en la marea a la que nos transporta el destino, volaremos sobre tus pasos hasta que seas capaz de darlos por tu propia decisión…

 

    Aún recuerdo aquel día feliz en que te descubrí, cuando los cambios de mi metabolismo hicieron su primer acto de presencia -con una ausencia, ¡qué curiosa es la naturaleza!- y marché corriendo a la farmacia para confirmarte, para tener la prueba visible de ese fenómeno maravilloso que algún día llegará a manifestarse en ti; aunque, en realidad, no me hacía falta, yo ya lo sabía, no puedo decirte cómo, pero lo sentía, lo estaba viviendo desde mi interior. Y la prueba fue positiva, ¡qué felicidad tan grande!, mas nada comparado con la emoción que compartimos tu padre y yo cuando se lo comuniqué, aquello sí que fue grandioso… quizás el momento más dichoso en nuestra relación de pareja… incluso más que cuando nos reafirmamos en nuestro amor mutuo. Yo creo que fue porque tú serías la culminación de todos nuestros deseos, el mejor fruto nacido del amor que nos mantenía unidos. Es difícil de explicar con palabras, son tantos los sentimientos que juegan en la balanza que se complica el asunto cuando trato de ponerlos en orden.

 

    Desde ese momento todo lo demás empezó a girar en torno a ti: nuestro bebé y sus necesidades. Mi cuerpo se fue transformando, para darte un acogedor espacio donde formarte adecuadamente y comenzar a comunicarte con nosotros. Lo más notorio es la enorme hinchazón de mi tripa, todos los kilos adquiridos se localizan ahí delante y, de repente, te ves inmensa y con una terrible sensación de que el peso te va a vencer y de que en cualquier momento te irás de bruces al suelo; pero no, no te caes, el peso sí que aumenta, pero aprendes a vivir con ello y sólo de pensar el resultado de tanto esfuerzo ya se te olvidan la mitad de las molestas sensaciones que experimentas. Ahora mismo me cuesta un poquito más llevarte, pero es normal, ya queda poco tiempo y tú te has formado prácticamente al completo, pronto pasará lo peor y llegará lo mejor: tú. También mis pechos han ido aumentando su volumen y se encuentran más sensibles de lo habitual, dicen que se debe al aumento de la progesterona, una de las hormonas relacionadas con el embarazo. Otra hormona, la gonadotropina coriónica humana, me provocó alguna otra molestia al principio, en los primeros meses de tu vida fetal, ¡ya ves!, no me libré de las famosas náuseas matutinas, pero ya pasaron. Mi piel, en cambio, mejoró y, por un tiempo, me estoy olvidando de los molestos sarpullidos que me acompañan en múltiples ocasiones, incluso creo que me brilla más ¡aunque eso igual es la felicidad que me sale de dentro!

 

    No creas que todo esto no afecta a tu padre, ¡pobrecito de él! Por un lado, al principio le invadió una sensación de angustia por el inminente cambio que se iba a producir en nuestras vidas, ¡es todo tan nuevo y tan raro!, incluso comenzó a pensar que no formaría parte del juego, ¿cómo pudo creer que no iba a participar en esta etapa tan importante?, ¡si es la persona más importante en mi vida y sin él nada hubiera sido posible! Al fin comprendió que, aunque él no podría llevarte dentro -¡claro está!-, todo lo que él hiciera desde fuera sería igual de importante para ti, y realmente se lo tomó en serio, ¡cómo nos ha cuidado!, ¡cuántos mimos recibo de él! y ¡cuánto ha soportado! Se habla de los cambios de humor en la mujer embarazada, por supuesto debidos a un par de hormonas que se vuelven locas y nos alteran de forma oscilante y dicharachera, que pueden volver del revés a cualquiera; y, claro, al que está a tu lado se le dan mil vueltas. Podremos decir, en un futuro, que tu padre se ganó en esta época el diploma al rey de la máxima paciencia y del amor infinito.

 

    Por otro lado, han sido miles las dudas que a ambos nos acecharon, y aún nos acechan pero con menor congoja: ¿seremos capaces de criar un hijo?, ¿de qué manera afrontaremos esta nueva responsabilidad que implica ser padres?, ¿cómo afectará esta situación a la relación de pareja?, ¿la capacidad de ser madre influirá en la de ser esposa y compañera?, ¿y cómo vive el esposo su nueva función de padre?, ¿acaso siente que el amor de su compañera, hasta entonces sólo para él, se reparte con el recién llegado bebé?, ¿se sentirá menos querido?… Supongo que todas estas dudas se juntarán con otras nuevas, y se irán solucionando en el momento preciso. No quiero preocuparme en exceso por cuestiones que, a buen seguro, hallaran respuesta en el día a día. Creo que seremos capaces de hacerlo lo mejor posible, que el deseo de tenerte es nuestra mejor garantía. Ya te queremos hace tanto tiempo que no recuerdo como era nuestra vida cuando no formabas aún parte de ella.

 

    Yo me siento extraña y diferente, mi condición de mujer ha cedido paso a la de madre, sobre todo a los ojos de los demás; y te sientes observada y analizada a diario, pero, aunque la situación a veces te abruma, el hecho de compartir la maternidad con las personas que te rodean se convierte en una necesidad que te lleva a vivir esta etapa como algo fascinante que te depara un futuro de alegrías y sorpresas que compartirás con tu pareja y con alguien más que es la suma de los dos, un pequeño juguete con vida y sentimientos propios, que crecerá y te amará más que a nada en el mundo, y al que amarás más que a nadie en el mundo.